Skip to main content

Durante años, la sostenibilidad fue una nota al pie en las operaciones logísticas. Hoy, se ha convertido en reclamo comercial, argumento de venta… y, en algunos casos, en simple fachada.

En un sector cada vez más competitivo, muchas empresas de fulfillment se visten de verde. Prometen empaques reciclables, flotas eléctricas, procesos optimizados. Pero cuando rascas un poco, lo que encuentras no siempre es impacto real. A veces, solo hay un papel kraft que envuelve prácticas de siempre.

♻️ ¿Greenwashing o transformación real?

Es fácil hablar de sostenibilidad cuando no se miden emisiones, cuando nadie pregunta qué ocurre con las devoluciones o si los procesos internos se piensan con criterio ambiental. Lo difícil es sostener el discurso con datos y decisiones coherentes.

¿Tiene sentido presumir de cajas recicladas si se hacen 5 reetiquetados por pedido?
¿O hablar de “logística verde” mientras se tercerizan envíos sin control ni trazabilidad?

🔍 ¿Qué pide el cliente de hoy?

En los compradores conscientes, hay una exigencia nueva: coherencia. No se trata de ser perfectos, sino de demostrar compromiso real. De preferir optimización antes que marketing. De medir antes que maquillar.

Y ojo: este compromiso no está reñido con la eficiencia. Al contrario. Un fulfillment sostenible implica menos errores, menos kilómetros vacíos, menos embalajes innecesarios. Es, en muchos casos, una cuestión de inteligencia operativa.

🚚 ¿Y nosotros?

Desde t-box, no creemos en colgar etiquetas. Preferimos hablar claro:

  • Evitamos sobreembalajes inútiles.
  • Medimos tiempos, flujos y errores con obsesión: lo que no se mide, no se mejora.
  • Y, sobre todo, entendemos que ser sostenibles es también ser honestos con nuestros clientes.

No se trata de vender que somos verdes. Se trata de trabajar como si el futuro de la logística —y del planeta— importara de verdad.

Leave a Reply